Tal como soy (Himno número 47)
Charlotte Elliott (1789–1871) parecía tenerlo todo en orden como mujer joven que era. Era una pintora de retratos extraordinaria y también escritora de versos humorísticos. Entonces sufrió una serie enfermedad entrada en los treinta años que la dejó débil y deprimida. Un conocido ministro suizo, el doctor César Malan, fue a visitarla durante su enfermedad. Al notar su depresión le preguntó si tenía paz con Dios. Ella resintió la pregunta y dijo que no quería hablar del asunto. Unos días más tarde fue a disculparse con el doctor Mala. Le dijo que ella quería limpiar unas cosas en su vida antes de hacerse cristiana. Malan la miró y le contestó: «Ven tal como estás». Eso fue suficiente para Charlotte Elliot y ese mismo día rindió su vida al Señor. Catorce años más tarde, recordando esas palabras de César Malan en Brighton, Inglaterra, escribió este sencillo himno que ha tocado el corazón de millones que han respondido a la invitación de Cristo para venir tal y como son.
El himno:
Tal como soy, sin más decir,
Que a otro yo no puedo ir,
Y Tú me invitas a venir;
Bendito Cristo, heme aquí.
Tal como soy, sin demorar,
Del mal queriéndome librar;
Tú sólo puedes perdonar;
Bendito Cristo, heme aquí.
Tal como soy, en aflicción;
Expuesto a muerte y perdición;
Buscando vida y perdón,
Bendito Cristo, heme aquí.
Tal como soy, tu gran amor,
Me vence y busco tu favor,
Servirte quiero con valor;
Bendito Cristo, heme aquí.
